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El Trabajo Social como fuerza transformadora

Por: César Eduardo Vargas Cortez

Estudiante de Servicio Social

IP Santo Tomás, sede Rancagua

¡Trabajadores Sociales del Mundo uníos! Célebre frase que se siente a ras de piel. En el marco del Día del Trabajo, conmemoramos nuestra noble carrera y nuestra devoción por el sentir y la asistencia social. ¿Asistencia social? Sí, asistencia social. Nuestra profesión, nacida de la vocación de cuidar del otro, representa un amor que desborda y se proyecta hacia la sociedad. Cada tarea que realizamos, por pequeña que sea, fecunda en la razón de quien sabe apreciarla.

A través de la práctica diaria de nuestra profesión y el compromiso con el estudio constante, empuñamos la justicia social como nuestra espada. Nos dedicamos a la defensa de los desposeídos frente a esta maquinaria productiva que erosiona la conciencia y la memoria colectiva.

¿Trabajador social simplemente como un asistente social? Nuestra sentida respuesta no se puede limitar solo a la asistencia de los desposeídos y alienados en su condición de ser humano y de persona, para luego pasar a la siguiente intervención. Necesitamos ver el mundo de una manera más humana unificando el sentir principal: la transformación de la vida del otro. Tenemos el poder, y más poder que nunca, reactivemos nuevamente oleadas de transformaciones sociales para el bien vivir.

Hemos perdido el terreno de tanto hablarlo. Nuestra percepción de lo social, desde la instrumentalización de nuestra carrera, se ha quedado en silencio en el impulso de comprender complejamente los entornos, pero sin querer irrumpir en el espacio simbólico y los lazos sociales que los rodean. De esta manera nos hemos alejado de nuestra misión principal

Seamos agentes del cambio social. Podemos revitalizar esta hermosa profesión que nos entrega las herramientas para lograrlo. Participemos activamente en organizaciones sociales que, alguna vez ligadas a nuestras raíces, fueron arrancadas como maleza del suelo.

Volvamos a ser partidarios de la transformación de lo colectivo hacia lo individual, permitiendo que lo individual se nutra del colectivo. La cohesión social es fundamental para superar las barreras de una sociedad tan marcada por el individualismo. Solo así podemos dejar de ser asistentes para ser el gen transformador.

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