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Indefensión y vergüenza: algunas razones de las víctimas de acoso sexual para no denunciar

Según la Encuesta STOP Acoso, realizada por el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de O’Higgins, un 87.6% de las víctimas decide no dar a conocer los hechos. La mayoría de las personas encuestadas siente que denunciar trae más problemas que beneficios.

Durante el año 2021, el Instituto de Ciencias Sociales (ICSO) de la Universidad de O’Higgins llevó a cabo la Encuesta STOP Acoso, un esfuerzo por conocer la realidad del acoso sexual en la región. Los resultados evidenciaron que se trata de una acción muy frecuente y peligrosamente normalizada, que se da en múltiples contextos: espacios públicos y virtuales, educacionales, laborales y familiares. Un 94% de las personas encuestadas declaró haber sido víctima de acoso en algún punto de su vida. Sin embargo, otra cifra resalta dentro del estudio:  el 87.6% decidió no denunciar.

Estos resultados sugieren que muchas víctimas, muy mayoritariamente mujeres, no llegan a considerarlo como un tipo de violencia sexual, y con bastante frecuencia la denuncia se considera inútil o una fuente de problemas adicionales.

Rocío Angulo, doctora en psicología y directora del ICSO, explicó que para este estudio se definió el acoso como cualquier acto de significación sexual que afecta a una persona que no haya consentido en éste. En esta categoría se encuentran los comentarios sobre el cuerpo, las tocaciones, captación de imágenes de partes íntimas o requerimientos de actos para la satisfacción de otras personas que resulten humillantes o intimidantes.

Las razones que esgrimen quienes participaron del estudio para no llevar adelante alguna denuncia son múltiples. La más común se relaciona con sentimientos de vergüenza (53.24%), seguida por la interpretación de que el evento no fue lo suficientemente grave (47.65%), las dudas de poder demostrar el hecho (42.73%), no querer que otras personas se enteren (40.49%) y tener la certeza de que la denuncia les traería más problemas (35.57%).

Aún más desalentador resulta que aquellas personas que se atrevieron a realizar la denuncia formal no tuvieron buenos resultados.  Sólo el 9.8% llegaron a término y menos del 6% reportaron estar satisfechas o satisfechos con el tratamiento de la denuncia.

“Se trata de datos dramáticos que reflejan una situación compleja respecto del acoso sexual, que a veces es considerado la forma menos grave de violencia sexual y que, como hemos visto, en realidad no es menos inocua”, sostuvo Rocío Angulo. “No es algo que pueda ser considerado cultural o legalmente como poco importante o grave puesto que se constatan cambios notables en el comportamiento de las víctimas, principalmente de evitación, presumiblemente derivados de la ansiedad y/o miedo que produce este tipo de experiencias”, detalló.

Vergüenza y culpabilidad: dos caras de una misma moneda

La doctora Rocío Angulo comentó que “hay una diferencia entre sentirse avergonzada y culpable. Una puede sentirse avergonzada en una situación de acoso por el grado de exposición pública en la que queda como víctima, y a la vez sentir que no ha sido culpa suya en absoluto. En cualquier caso, creo que es importante destacar que en ambos casos estas emociones se presentan por la concepción cultural que aún tenemos del acoso sexual”.

En su análisis resalta que los datos evidencian que “seguimos poniendo el foco en la apariencia y la conducta de las mujeres como factores explicativos del acoso. En simple, si has sido acosada es porque vas vestida de forma provocativa, porque ibas sola de noche, o por haber tomado alcohol. Esto hace que los sentimientos de las mujeres como víctimas se vuelvan hacia si mismas, cuando es muy evidente que es otra persona, generalmente un hombre según nuestra encuesta, quien exhibe un comportamiento inaceptable”.

Desesperanza ante la denuncia

Si ya es difícil para las victimas denunciar, quienes se atreven a dar a conocer su experiencia no obtienen los mejores resultados. “Aparentemente denunciar formalmente no sirve de mucho en la actualidad, y además, según las respuestas de las encuestadas, creen que pueden suponer un problema adicional. Desde luego, no es el mejor escenario para que el acoso sexual se erradique de nuestra sociedad, pues deja la acción sin consecuencias para el agresor que entonces difícilmente tenderá a corregirla”, comentó la Dra. Angulo.

La académica de la Universidad de O’Higgins piensa que el abordaje legal es difícil pues incluso a veces la definición de las conductas que definen acoso es compleja: “Por ejemplo, ¿usted consideraría que un comentario fuera de tono e intimidador en la micro, debiera llevar a una sanción penal? ¿Y si la hace un menor de edad por ejemplo? Es una conversación compleja. Pero en cualquier caso este tipo de conductas tienen un impacto en la víctima”.

“En nuestra encuesta las mujeres reportan que después de haber sido víctimas de acoso, cambian su ruta, su forma de vestir, piden que les acompañen para moverse por el espacio público, entre otras cosas. Son conductas básicamente de tipo evitativo que aparecen normalmente por miedo y ansiedad y que suponen una restricción notable de nuestra libertad de movimiento. Por lo tanto, no son sucesos inocuos y deben desaparecer”, destacó.

Intervención temprana

A pesar de que los datos en torno al acoso son bastante negativos, la doctora Rocío Angulo indicó que el estudio arrojó una cifra que, a pesar de ser preocupante, abre una ventana para la intervención temprana.

“Según los datos de nuestra encuesta, un porcentaje notable de mujeres, cerca del 70%, confirmó haber sufrido algún tipo de acoso sexual durante la educación media, y casi en el 80 % de los casos ésta fue ejercida principalmente por sus compañeros. En este escenario, creemos que la educación media ofrece un excelente contexto para desarrollar programas de educación sexual integral que prevengan el acoso sexual mientras promueven formas de relación más saludables”, comentó.

La encuesta se llevó a cabo de manera online entre junio y septiembre del presente año. Participaron 844 personas, la mayoría mujeres, llegando al 85.19% del total. El promedio de edad fue de 33 años, un 35.95% de las personas encuestadas tienen educación superior completa, mientras que un 55.46% estaban trabajando al momento de responder.

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